122. Si perder la simiente, si derramar el semen es inmundicia, entonces los hijos del animal racional son hijos de la inmundicia, hijos del pecado y, ello, por ser hijos de la fornicación.
123. Preguntará alguien: ¿Cómo podemos tener hijos que no sean de la fornicación, que no sean hijos de la inmundicia, y cumplir así con el mandato divino inicial que dice: “Creced y multiplicaos”?
domingo, 25 de marzo de 2012
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